miércoles, 29 de noviembre de 2006

La estática

Es probable. Dentro de muchas de las opciones que la realidad ofrecerá, suena factible una caída fatal, un abismo al final de la noche, una emboscada. Parece tan inevitable un deshielo, un golpe mal preparado, un suspiro congelado y roto. Tiene el boleto en la mano y solamente debe decidir usarlo o no. Los caminos le pasan por delante como hormigas cargadas de futuros que van a robarle, y no acierta a salvar uno, porque s o l a m e n t e e s u n o. Elegir significa renunciar a todo lo demás; es simplemente comenzar a tachar lo que no sucederá, confiarle el alma a un solo mercader, sin siquiera saber si uno será capaz de conquistar la risa cada mañana. Elegir le abre un vacío en su pecho empedrado de desconsuelos y tropiezos. Ya no sabe mantenerse en pie, pero le gusta tanto que el viento le aparte el pelo de la cara. Le gusta tanto tener ese boleto en la mano y no saber realmente hacia dónde volcar sus miedos y las arrugas del alma. Le parece doloroso y bellísimo usar el poder de caminar un sendero sin huella y sin horizonte, de abrirle paso a unas pupilas desorientadas y sedientas, de jugar del otro lado (siempre del otro lado), de acostarse a dormir en los ojos de alguien, que esa noche la eligió a ella, aun sin saberlo.

Es que en el fondo le importa tan poco que haya un abismo al final de la noche, aunque parezca cierto, aunque sea tan probable.


Imagen: "Viento de Silice", Óleo/lino, José Villalobos, 2000

viernes, 27 de octubre de 2006

Casi nada

"The only people for me are the mad ones, the ones who are mad to live, mad to talk, mad to be saved, desirous of everything at the same time, the ones who never yawn or say a commonplace thing..."
Jack Kerouac



Tan sólo pretendo de vos una palabra -dos o tres a lo sumo- que me oriente en esta rosa de los vientos que gira continuamente y no me deja mirar, que me cierre los párpados con un segundo macizo de luz, que le cante a todas mis flores muertas, que me bañe de una certeza falaz pero sincera, para decidir, entre las sombras decidir, la ruta para naufragar.


Tan sólo quiero de vos una palabra -cuatro o cinco a lo sumo- que me despierte de esta siesta de verano que duermo bajo mis soles, que me obligue a gritar mi respiración, a contener la mirada blanda que pongo sobre las cosas que no me rozan, que me diga el valor secreto de los silencios que escondo, que me quiebre la conciencia y rearme mis desvencijados recuerdos.


Tan sólo necesito de vos una palabra -seis o siete a lo sumo- que desbarate estas arterias lúcidas que me espantan y me dominan, que fulmine los cimientos tan seguros y cobardes que anidan bajo mis pies, que corrompa mis deseos, mis anhelos, toda mi estructura de certezas. Una palabra -ocho o nueve a lo sumo- que sepa doler y sepa curar, que juegue bajo el manto que me separa de todos, que sangre, que se diluya mientras duermo, una palabra -las que quieras a lo sumo- que me mire, que me defina, que me espante hasta el ahogo, hasta la duda, hasta la sonrisa.

La pena de espaldas


Cada gota de ácido va cayendo despacio, premeditadamente, dentro de sus huecos más sensibles.
Cada uña se le afila en la piel, cada lágrima se le agolpa en el alma, como si aun pudieran doler.
Supuso mal que bajo su pecho frágil se asomaba la fortaleza para hacer frente al viento y todos sus malos modales, pero no va a gritar en el medio las voces que sólo pueden susurrar consuelos. Aun con todo ese bagaje de espinas, que le cuelga de las pestañas, le alcanzaría con un gesto ajeno que llegase a comprender, que no se disfrazara de pena o de anzuelo.
Ya no tiene, ni necesita, la esperanza -improbable y dócil- del salvataje improvisado de una mirada.

miércoles, 27 de septiembre de 2006

Los sostenidos

Sabe muy bien que va a caerse; hace más de media hora que intenta sostenerse, pero sabe muy bien que, apenas dé un paso en falso, todo su cuerpo caerá, todo su orgullo caerá, vuelto un fardo que apenas sí notarán los caminantes menos dedicados. Demora esa inevitable caída lo más que puede, mientras se pregunta si realmente vale la pena demorar algo; si no sería mejor, después de todo, aceptar que el equilibrio estable jamás va a ocurrirle y dejar de buscarlo como si fuera un síntoma de urbanidad. La demora automáticamente, como se demoran las partidas, las risas, el final de las canciones. Ya no entiende muy bien qué lo incitó a ese vértigo, pero le parece vital seguir soportando -con las suelas incrustadas en el cemento- todo su peso, el de los fantasmas, el de su sombra. Y cuando realmente el mareo que le invade las entrañas pueda más que su tenacidad, apelando a una ingenuidad casi indestructible, tan sólo espera que el mundo le dé una tregua para volver a subirse sin que muchos se den cuenta.


Óleo: Imposturas, de Amelia Díez Cuesta


Vals para Laura - Esteban Morgado

domingo, 10 de septiembre de 2006

Alba en prosa








Il faut tout dire. La première des libertés est la liberté de tout dire.
Maurice Blanchot, L'entretien infini





Fervorosa y humillante, desde el estéril territorio de los sueños, desfigurando los párpados, salta al amanecer la ruinosa utopía. Y no es que no nos guste ni nos tengamos tanta pena como decimos, sino que parece tan frágil y tan sencilla, con esa manera inconformista que tiene de enamorarse de las luces, de jugar a la araña en medio de las autopistas. Nos parece hasta divertido pensar que es fácil someterse a ella, pero se diluye en las sábanas, sin una huella donde hundir los dedos ni una estela a quien sonreírle.


Óleo: Espirals, de Bel Llodrà Riera


Powered by Castpost

domingo, 3 de septiembre de 2006

Polifurcación


I here do give thee that with all my heart
Which, but thou hast already, with all my heart
I would keep from thee.
Othello, Acto I, Escena III.
Luz amarga me esperaba
en tu mano, era evidente
mas cualquiera que lo cuente
creerá que estará mintiendo.

Y qué he de hacer si aun siento
tu sol rodar por la casa
que la memoria me abrasa
que no pienso sino en esto.


Que la vanidad me suelta
salidas que no deseo
y por pensar que te veo
abrir de nuevo la puerta
quien debería estar ya muerta
se adueña de mi desvelo.

lunes, 7 de agosto de 2006

Backstage



SLARTIBARTFAST: I don't know, perhaps I'm old and tired, but I always think that the chances of finding out what's really going on are so absurdly remote that the only thing to do is say hang the sense of it and keep yourself busy. I'd much rather be happy than right any day.
ARTHUR: And are you?
SLARTIBARTFAST: No. That's where it all falls down of course.

"HITCHHIKER'S GUIDE TO THE GALAXY", Douglas Adams


 Imagen fatal y cierta: Los amantes, de Magritte.

martes, 6 de junio de 2006

. . . A veces piensa que escribe porque no entiende otra salida.
. . .

miércoles, 17 de mayo de 2006

Ingenuidad de la ignorancia

.
Mañana es una palabra que no la atormenta. No habla en futuro ni en condicional, prefiere el cauce quieto de los días adiestrados.
Mañana es simplemente un conjunto de incertidumbres en ramillete, que arrastra detrás de la espalda, para regocijo de los demás; para que vean -después de todo ella pone especial atención al espectáculo- cómo la tierra las carcome y las asfixia.
No le interesan demasiado las pasiones, los insomnios, las madrugadas punzantes. No teme -ni le atraen- las cornisas fatales de algunos amores, ni olvidarse de la dignidad en un tren de domingo. No está en sus planes decidir, como nunca ha estado, lo que su vida debería ser: mañana verá si hay sol, si lo bebe o lo camina.

.
Sabrá mal y tarde, apenas un poco crecida, que tiene un precipio casi bajo los pies, urdiendo artilugios para engullirla.
.



Marlango - Pequeño Vals
Powered by Castpost

Si algún anhelo tuvo, se marchitó de golpe, en un ajamiento imprevisto que no precisó duelo.

miércoles, 26 de abril de 2006

Ese asunto


Pasó sin darle demasiada importancia a su imagen en el espejo. El desayuno, la mañana, los pendientes, todo parecía estar del lado de lo importante.


Volvió pisando su sombra, sin darse cuenta de qué se estaba mirando y comenzó a hablar solo. Un discurso improvisado, nada muy barroco ni muy estructurado; sólo un conjunto de ramilletes gramaticales que se le escapaban de los labios. Al fin lo dijo. Luego de tantos rodeos, apoyando los codos en la cómoda, lo dijo: "un día voy a morirme". Y lo dijo como si a nadie fuera a pasarle. Como si su cuerpo fuera el único destinado a las cenizas. Sintió un escalofrío por la espalda, por las manos, miles de vetas de hormigueo por el alma. Le costaba trabajo, pero sonrió. No era una sonrisa pensada, era solamente la única salida que se le había ocurrido, una sonrisa lastimosa, sin pena, sin dolor, pero con cierta sensación de que las cosas podrían haber sido mejores.


No cuestionó su vida; entendía el pasado como una cadena de recuerdos que a lo sumo podrían ser de utilidad para esquivar errores o justificarlos. No cuestionó su futuro, le parecía que todo estaba donde debía, que sus hijos habían crecido con buena educación, con padres afectuosos, que su mujer lo amaba aunque no se lo dijera, que él la amaba, que lo de la chica de la oficina era un entretenimiento inofensivo, que podía sonreír antes de dormir, que sabía llorar, que aun sentía fluir la vida en los abrazos...


La armonía solía reinar su mirada y en sus gestos. Por eso le sorprendió mirarse al espejo y entender, como si alguien se lo hubiera susurrado al pasar, que todos los placeres del mundo se le iban a escurrir de las manos, quién sabe a qué hora de qué día nefasto.


Cerró los ojos. Apretó los párpados para sentir las arrugas de la piel, bajó la cabeza y respiró sintiendo el gusto del aire. Por un momento nada tuvo sentido. ¿Qué ganaba dando vueltas en la misma calesita diaria? Durante dos minutos se dio por vencido, el tiempo justo que el gato tardó en limpiarse un dedo. Ya no importaban demasiado los goces banales, ni las artes, ni el sexo, ni ese murmullo sublime del roce de una piel con otra. Durante esos dos minutos se sugirió a sí mismo un final abrupto, un suicidio lacrimoso, una carta de despedida que lo explicara todo, o casi todo para generar misterio.


De golpe, sin ninguna provocación, recordó reír. Y recordó todo lo demás; todas las cursilerías, todas las cartas de amor, todos los errores, todos los besos, al menos los importantes, el curso de actuación que no pudo terminar, el color de pelo de la vecina de la planta baja, los ojos inteligentes de su hija menor, el cappuccino del bar de la plaza, el saludo de compromiso de Freytes, la risa contenida ante el saludo de compromiso de Freytes, las medialunas recién hechas, la muerte de los domingos por la tarde.


-La muerte...- cada letra brotaba trabajosamente. Con la penosa seguridad de que nada vale la pena, se dio cuenta de que para sufrir hay que estar despierto, de que para sentir hay que estar atento, de que para vivir hay que estar vivo.
Le costó, pero se dio cuenta de que ese asunto no le importaba tanto.




Powered by Castpost

lunes, 24 de abril de 2006

Único ladrillo ileso

. . .

Un día lejano y sin registros la música se le agolpó en la piel.


Otro día, o quizás el mismo, su mirada despertó al retiro y a la lluvia.


Hubo alguna vez un minuto en que sus manos nadaron en tinta y comenzaron a frecuentar un territorio infinito, hecho de espirales superpuestos, de vientos ruidosos, de eclipses que sonreían debajo de la primera palabra.


De a poco, cayendo en la madeja de estrellas, se le hizo costumbre la llaga serena, ser relámpago, ver la ira que hace brillar al sol.


Durante un ocaso violento, concentró la tibieza atada en sus ojos y supo que hoy también es un lugar.


Una noche desierta contruyó un barrilete de colores, con un larguísimo cordel, del que tira para indicar, sutilmente, su presencia a las ninfas.


Y hubo una noche luminosa, desapercibida entre las sombras, extranjera y despiadada, en que me miró desde su silencio, sus cuerdas y su esperanza.

. . .

lunes, 17 de abril de 2006

Revolución fallida


Una tras otra fueron cayendo. No sabían acordarse del destino y una tras otra tenían que caer. No supieron reconocer un derrumbe, unas tras otras. No apuraron el paso, no se desorientaron, no se conmovieron al levantar los ojos, iban demasiado una tras otra. Las voces llamaron feroces, invocando al orden y a la mesura. Comenzaron a ir cada vez más unas tras otras. Se desmoronaron frente a los ojos de un espectador mudo que ya no se acordaba de llorar. Cayeron sobre la escena, ateridas y en un montículo, donde ya ninguna podía asegurar que hubieran caído una detrás de la otra.

domingo, 2 de abril de 2006

Philos


Si uno pudiera decir que 'escribir es una tentativa de contacto con una realidad ajena y exterior con la que se busca el contacto para que llegue a ser un poco menos ajena y exterior'...
Si algunas imágenes no fueran un tan claro sarcasmo.

sábado, 25 de marzo de 2006

Desolado


Un oxímoron costumbrista pasea sus patitas pegajosas por algunos rincones de la grotesca comedia humana.
¿Quién sigue despierto cuando todos duermen?

martes, 21 de marzo de 2006

Hoje não escrevo



Chega um dia de falta de assunto. Ou, mais propriamente, de falta de apetite para os milhares de assuntos.

Escrever é triste. Impede a conjugação de tantos outros verbos. Os dedos sobre o teclado, as letras se reunindo com maior ou menor velocidade, mas com igual indiferença pelo que vão dizendo, enquanto lá fora a vida estoura não só em bombas como também em dádivas de toda natureza, inclusive a simples claridade da hora, vedada a você, que está de olho na maquininha. O mundo deixa de ser realidade quente para se reduzir a marginália, purê de palavras, reflexos no espelo (infiel) do dicionário.

O que você perde em viver, escrevinhando sobre a vida. Não apenas o sol, mas tudo que ele ilumina. Tudo que se faz sem você, porque com você não é possivel contar. Você esperando que os outros vivam para depois comentá-los com a maior cara-de-pau (“com isenção de largo espectro”, como diria a bula, se seus escritos fossem produtos medicinais). Selecionando os retalhos de vida dos outros, para objeto de sua divagação descompromissada. Sereno. Superior. Divino. Sim, como se fosse deus, rei proprietário do universo, que escolhe para o seu jantar de notícias um terremoto, uma revolução, um adultério grego - à vezes nem isso, porque no painel imenso você escolhe só um besouro em campanha para verrumar a madeira. Sim, senhor, que importância a sua: sentado aí, camisa berta, sandálias, ar condicionado, cafezinho, dando sua opinião sobre a angústia, a revolta, o ridículo, a maluquice dos homens. Esquecido de que é um deles.

Ah, você participa com palavras? Sua escrita - por hipótese - transforma a cara das coisas, há capítulos da História devidos à sua maneira de ajuntar substantivos, adjetivos, verbos? Mas foram os outros, crédulos, sugestionáveis, que fizeram o acontecimento. Isso de escrever O Capital é uma coisa, derrubar as estruturas, na raça, é outra. E nem sequer você escreveu O Capital. Não é todos os dias que se mete uma idéia na cabeça do próximo, por via gramatical. E a regra situa no mesmo saco escrever e abster-se. Vazio, antes e depois da operação.

Claro, você aprovou as valentes ações dos outros, sem se dar ao incômodo de pratocá-las. Desaprovou as ações nefandas, e dispensou-se de corrigir-lhe os efeitos. Assim é fácil manter a consciência limpa. Eu queria ver sua consciência faiscando de limpeza é na ação, que costuma sujar os dedos e mais alguma coisa. Ao passo que, em sua protegida pessoa, eles apenas se tisnam quando é hora de mudar a fita no carretel.

E então vem o tédio. De Senhor dos Assuntos, passar a espectador enfastiado de espetáculo. Tantos fatos simultâneos e entrechocantes, o absurdo promovido a regra de jogo, excesso de vibração, dificuldade em abranger a cena com o simples par de olhos e uma fatigada atenção. Tudo se repete na linha do imprevisto, pois ao imprevisto sucede outro, num mecanismo de monotonia... explosiva. Na hora ingrata de escrever, como optar entre as variedades de insólito? E que dizer, que não seja invalidado pelo acontecimento de logo mais, ou de agora mesmo? Que sentir ou ruminar, se não nos concedem tempo para isso entre dois acontecimentos que desabam como meteoritos sobre a mesa? Nem sequer você pode lamentar-se pela incomodidade profissional. Não é redator de boletim político, não é comentarista internacional, colunista especializado, não precisa esgotar os temas, ver mais longe do que o comum, manter-se afiado como a boa peixeira pernambucana. Você é o marginal ameno, sem responsabilidade na instrução ou orientação do público, não há razão para aborrecer-se com os fatos e a leve obrigação de confeitá-los ou temperá-los à sua maneira. Que é isso, rapaz. Entretanto, aí está você, casmurro e indisposto para a tarefa de encher o papel de sinaizinhos pretos. Concluiu que não há assunto, quer dizer: que não há para você, porque ao assunto deve corresponder certo número de sinaizinhos, e você não sabe ir além disso, não corta de verdade a barriga da vida, não revolve os intestinos da vida, fica em sua cadeira, assuntando, assuntando...

Então hoje não tem crônica.

Carlos Drummond de Andrade

miércoles, 15 de marzo de 2006


Un abismo doméstico


Se adhiere al contorno, a la higuera, a los madrigales. A la perpetua búsqueda de la maravilla asfixiante. Y en el desvarío patético donde cree lo que nunca, lo que siempre quiso creer, una embarcación austera pero sana, le indica dónde se encuentran las paredes que ya conoce: esas con vidrios para caminarlas, para no saltarlas compitiendo con maullidos en la altura.

El tren que sabe del enorme vacío que le quiebra el paladar, no comprenderá mayores razones, no soñará en su pelo para tejer trincheras efímeras en alguna tarde de otoño.

domingo, 26 de febrero de 2006

Futuro Inmediato


Y si en el destino se encontrara, yo no lo sabría.
La ceguera voluntaria de todo tránsito urbano, tan taxi, tan demora disfrazada de colectivo
convence transeúntes desolados, sin intuir siquiera que el mundo es otro asunto, que el testaferro de la vida no tiene escapatoria válida.


Pero el café con leche borra cualquier anhelo que se gritó en sueños.


Sin un suspiro, el mundo sale; los papeles, la mañana, el cansancio que vuelve. Las ganas de volver, de quedarse, las mentiras de cada uno, el verso de cada día, el padrenuestro, el conformismo


insostenible


la pena con todos, por todos, por todo
buscando ese latido que debe resistir
aunque se escuche lejano.

Silente despojo

Con la bruma y sin aliento
con los dientes desgastados
el rencor, el miedo,
los suburbios anímicos.


El mismo mañana agolpado
en cada indecisión triangular
de la calesita cósmica
del límite de lo infinito.













La misma mirada doliente
la trampa de los sueños
unas dagas perdidas
en traiciones de anhelos.


La misma mano que besa,
los ojos que acarician
idéntico azúcar punzante
sobre el discurso de labios en el abismo.


Ajena espera,
la nostalgia anticipada,
su segura derrota.

lunes, 20 de febrero de 2006

Grieta de ojos oscuros

Here, there, anywhere

Así la conciencia al alba, los reflejos.
Así el desamparo, el don, la maravilla,
las frases hechas, los peldaños que hechizan
un sueño suave en el solar de tus dedos.

Así tu recuerdo, el erial, las plateadas
almas mudas que pisaron este cielo,
el suspiro preso, el temor, los confines
de una noche ausente, de las telarañas.

Así una avalancha desgrana los rumbos
así hace turismo sobre una cornisa.

Así pueden ser sucesivos los puntos
y desploma el aire sobre una sonrisa.

sábado, 18 de febrero de 2006

Non ho proprio niente da dire, ma lo voglio dire lo stesso.


Intromisiones que merecen la pena:


Como repetir, dia seguinte após dia seguinte,
a fábula inconclusa,
suportar a semelhança das coisas ásperas
de amanhã com as coisas ásperas de hoje?


Carlos Drummond de Andrade




Hinojo, serpiente y junco.
Aroma, rastro y penumbra.
Aire, tierra y soledad.
(La escala llega a la luna.)


Federico García Lorca




Para leer en forma interrogativa


Has visto
verdaderamente has visto
la nieve los astros los pasos afelpados de la brisa
Has tocadode verdad has tocado
el plato el pan la cara de esa mujer que tanto amás
Has vivido
como un golpe en la frente
el instante el jadeo la caída la fuga
Has sabido
con cada poro de la piel sabido
que tus ojos tus manos tu sexo tu blando corazón
había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez.


Julio Florencio Cortázar

miércoles, 15 de febrero de 2006

A los pesares


"On sait qu'on est amoureux quand on commence à agir contre son intérêt. "

Si en los intersticios de la redonda injusticia
sigue estando dormido
algún brote de euforia alienante
eso que emula felicidad
o poco menos.
Si aun hay lluvia tropezando en los cordones
y un rojo encandilante
que embruja los crepúsculos.
Si entonces quedan algunas palabras
intraducibles, casi miradas.
Si no hay camino de vuelta
y ya no importa
no hay motivos para que me evada.

Nada que decir







"Leemos para saber que no estamos solos"









Demasiado hondo cada palabra
soltó su paciente veneno
aminorando los reflejos
de un pulso débil, agobiado.
La coraza cruda y líquida
que antes protegía
ahora llueve sobre la conciencia.
Pero ellas, afiladas y seguras
surcan, nadan
mutilan, desgarran
sanan, duelen.
Juran y desdicen
mueren y matan
destruyen toda defensa
y me dejan rodeada
y sola.

Plan de acción


"pero nadie vivió sin matar, sin cortar una flor, perfumarse, y seguir" (Homero Expósito)

Propiciar un paso en falso
buscar que la fatalidad
desahogue todo intento de pronóstico
conmover al destino
a los rieles trazados
y librarse un segundo
de lo que aguarda pasivo
al costado del universo
bajo el asfalto
al llegar de cada viaje.

martes, 14 de febrero de 2006





Nada en el mundo es real.
Lo escuchó en algún lado y se lo repite todo el tiempo.

(Es una pupila demasiado repetitiva.)

lunes, 13 de febrero de 2006


Observando el descenso desde abajo.
El mejor lugar para la empatía.

Astigmatismo


Pareciera que el cielo se mueve bajo sus pies. Mira de cerca, toma un trago de agua. El mundo no tiene el mismo sabor que hace tres días y eso le pesa en las sienes, en los párpados, en el tacto, en las palabras. No busca el carisma del sol, no busca el crisol de sensaciones que le acariciaban la frente. Tan sólo se detiene, con su lengua estática y los brazos caídos, a preguntar. Pregunta por los mares que antes le regalaban cosquillas, pregunta por la música que le tatuaba sonrisas, pregunta por los ojos que una vez tomaron, suavemente, con un imperceptible escalpelo, un pedazo más de su alma.
Mira de cerca. Mira más de cerca. Pero no comprende.

lunes, 2 de enero de 2006

Nocturno a un sonámbulo

De los graffitis capturados, de inusual complejidad y belleza.

Él abre los ojos como si nunca hubiera parpadeado. Atrapa el aire en una mano y desata los vientos de una botella a medio caer. Sonríe, como han sonreído los mares bajo la lluvia, como los ojos en el desvarío de la tinta y las lágrimas. Él mira a su alrededor sin abrir su equipaje de aserrín y latidos, sin coleccionar las miradas que lo turbaron, las auríferas risas que lo acarician de noche.
Él tiende al desasosiego y a la cornisa, al apocalipsis cada madrugada, al suspiro colmado de magnolias, al corazón agrietado y teñido de luz. Camina sus malabares en miles de pequeños intentos de conseguir la indómita señal de las nubes, lo que lo incite a regresar al desierto o a la frotera que ha cruzado hace tiempo, hace tantos desengaños y tantos poemas. Ha confabulado con la lluvia, con la arena mojada, con las olas del agua nocturna que le prohíbe dormir mientras canta. Ha sido poeta, amante, canalla de luto, suicida, asesino de espejos, paseador de gaviotas, ha expuesto sus raíces al viento y al calor, ha visto rodar el sol por sus brazos, ha dibujado milagros con las estrellas.
Le ha robado un lirio a cada tormenta y su crisálida a cada aliento.
Conoce la vengativa fiebre de las sílabas en mal orden y el pavor de la medianoche en la nuca, cuando el sudor es imposible de secar. Lo roza el continuo escape, desde su piel hacia el perpetuo desvarío o hacia las piernas de una mujer que oxide su estuche de viaje, el eufórico yelmo que patea por las avenidas.
Mientras tanto, escribe su río de imágenes, estrujando el alma arrugada y brillante.
Mientras, sus sueños le clavan púas en las rodillas, en un ritual de ira y plegarias. Siente los besos en su frente que le susurran pulidas sonrisas. Suele correr detrás de esos delirios que le sugieren los corazones desafilados, hundirse en los matorrales perdidos de la razón y su propio misterio, y respirar len . ta . men . te cruzando un puente de escarcha, tan improvisado como necesario.
Mientras, él abre los ojos. Y los abre como si nunca antes lo hubiera hecho.

Rodaje de un aleteo



Las palabras que bordan las cicatrices de las nubes,
las hojas alborotadas, el delirio encapsulado
en el atardecer, en el silencio de las sirenas,
en el viento incandescente.
Ese vendaval cruza el pecho, llueve añicos en los pies,
agita el parpadeo, libera su voz y congela este alarido.
Si lo miro a la distancia, es detrás del hipnótico velo,
detrás del espejismo que lo busca y nos aísla.
Lo observo agudizar los sentidos del otoño,
beberse el sol de las noches,
palpar el contorno de las miradas,
comandar metálicas revoluciones.
Es una sombra con gusto a insomnio,
a batalla latente, a explosión de certezas,
que camina entre los ríos improbables de la oscuridad
que nos paraliza
y nos crea.