viernes, 4 de septiembre de 2009


Las sospechas conjuradas



No se sabe lo que le pasa a Almudena. No habla, no quiere contar. Algunos piensan que quiere suicidarse. Los más optimistas de la oficina pensamos que no ha de ser tan grave, que conseguirá otra novia si es que lo ha dejado, que comprará otra planta si se secó. Pero parece que Almudena no está a favor de los reemplazos y se lo ve angustiado cuando debe deshacerse del saquito del té, la lapicera gastada, la goma demasiado chiquita que ya no puede borrar. Seguramente Almudena se siente tan descartable como el pobre saquito de té que la gente condena a la basura sin siquiera advertir que tiene mucho té para ofrecer, que realmente le gustaría aportar un poco más antes de ser deshechado temprana e injustamente. Pobre Almudena. Aun no nos imaginamos por qué lo habrá dejado la novia.

"El conjuro o Las brujas", oleo sobre lienzo, 1797-98, Goya

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